La cirugía

domingo, 29 de agosto de 2010
Luego de 4 días en la clínica ya me encuentro de vuelta en casa, casi empezaba a extrañar mi habitación pero por sobretodo la intimidad, ya que nadie entra a cada rato diciéndome "hola, la vengo a controlar" ni me despiertan, mueven o conectan cosas, o inyectan y manosean para terminar con un "mm... todo bien!".

Creo que la parte menos grata de la hospitalización es la pérdida de la dignidad. Andar deambulando con esas típicas batas abiertas en la espalda en donde se te ve todo es de lo más horrible que hay. Pero además está el tema del "manoseo", porque cualquiera viene, te toma el pulso, te pone algún electrodo en cualquier lugar mientras uno trata de taparse sus partes íntimas. Y por fin llega la anestesia a poner fin al sufrimiento, total si después te ven o manosean uno no se da cuenta así que no importa.

Lo otro indignante es el tema del baño. "Cómo que no me puedo levantar? Ne-ce-si-to ir al baño!" le dije a la enfermera, quien con su mejor cara de coprensión me dijo "yo la ayudo" y me trajo una chata. HORRBILE!!!!!!!!!!!! Lo intenté pero fue más fuerte que yo: no pude. No hay caso, por más que se supone que están diseñadas especialmente para estas ocasiones uno no abandona la sensación de que se va a empapar toda la espalda, además de la cama. Mal!!

En fin, creo que lo más horrible ya pasó, por lo pronto no recibiré más pinchazos en las manos y brazos (parezco mujer golpeada) y sólo debo seguir una rica dieta de papillas y jaleas por unas 3 semanas... Uf, lo que siempre quise! :(

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